De nuevo callejeamos por la ciudad moderna y
nos dirigimos al barrio donde se encontraba la cerámica que queríamos ver. Poco
tiempo después nuestro conductor nos dejaba junto a la puerta de esta
alfarería-cerámica. Entramos en un amplio espacio en cuyo entorno se alzaban
varios edificios, los cuales albergaban las distintas dependencias de la misma,
destinadas unas a la fabricación de las piezas y otras al policromado de las
mismas. También había naves para exponer la gran variedad de productos
cerámicos que se producían en esta industria estatal. Por lo que pudimos
comprobar en esta visita, en este lugar trabajaban gran número de trabajadores,
tanto de peonaje como de profesionales de alta especialización.
Lo primero que nos llamó la atención fue una gran cantidad de fuentes y pilares de diversos estilos que se fabricaban en los distintos espacios de la explanada y los que en este mismo sitio se exhibían. Primero hacían el armazón de las fuentes, que las fabricaban con distintos estilos. En estrella de ocho puntas, redondas etc., y después las decoraban con minúsculos azulejos, aliceres, con vistosa policromía. Pasamos después por los talleres de cerámica, en los cuales tras secar las piezas al sol, gran cantidad de mujeres, y algunos hombres las decoraban valiéndose de plantillas, para plasmar los dibujos geométricos más complicados, o de la gran práctica que tenían, para hacer los más corrientes.
Especialmente llamó la atención al grupo
visitante, ver a un compacto número de trabajadores provistos de una piqueta que
iban recortando los aliceres (azulejos chicos de un solo color) apoyados sobre
una gran piedra. El proceso que se sigue
para hacer estas delicadas piezas, es el
de cocer azulejos policromados de tamaño cuadrado. Se hacen fabricaciones de
distintos colores vidriados. Después se raya la policromía con un diamante, en
estrella, o en la forma que tenga el dibujo geométrico que se quiera componer.
Y por último como vimos hacerlo “in situ”, los especialistas con una gran
maestría van recortando la pieza de barro cocido sin que se les esportille el vidriado en el contorno de la misma. Dada
la pequeñez de los aliceres y los ángulos vivos que han de recortar, se
requiere tener mucha práctica, maestría y habilidad para conseguir sacar las
piezas sin que éstas se rompan. Y todo ello hacerlo a buen ritmo, como
observamos, para que el trabajador con un número suficiente de piezas
realizadas se pueda ganar su jornal. Desde luego creo que es una gran suerte
para nosotros el haber podido contemplar cómo se fabrican los aliceres, en
pleno siglo XXI con las mismas técnicas que se empleaban para hacerlos hace más
de cinco siglos.
Por último visitamos la gran exposición de
multitud de piezas que se exponían en una nave, donde el problema era el elegir
la preferida entre tantas piezas bellas como se mostraban allí. Tras hacer
algunas compras algunos compañero@s, de nuevo montamos en el autobús, unos para
ir de nuevo a la Medina de Fes. La mayoría de nosotros, otros los menos regresaron
al hotel Sofía para descansar. A partir de este momento la tarde era libre para
todo el grupo.
Pasear por la medina de Fes, es vivir unas sensaciones imposibles de reproducir en Occidente. Allí todo es vida y movimiento. Se impregna uno de alegría, se llena de olores, la vista no descansa recorriendo las frescas calles donde todo bulle y donde aparecen de vez en cuando las portadas de bellos palacetes, artísticas fuentes, o las puertas de las casas humildes resplandeciendo blanquiazules. Hay que recorrer muchas calles para darse cuenta que la gama de mercancías, variadas y distintas que allí se ofrecen son casi imposibles de contar. Los hombres con sus chilabas, las mujeres con sus largos y anchos vestidos multicolores, los pañuelos sobre la cabeza, las más, y otras mujeres con la cara tapada, las menos. Y nosotros los extranjeros aprendiendo con las compras que hacíamos el “Arte del Regateo”.
Al cual no estamos acostumbrados, pero que en un país como Marruecos, ejercerlo, es hacerle una deferencia al comerciante. En fin lo que quedaba de tarde-noche se fue pronto, al vivir tan intensamente esos momentos. Nos dirigimos al fin al lugar donde habíamos quedado con Fran para recogernos con el autobús. Montamos en él y éste nos llevó al hotel. Subimos a las habitaciones `para asearnos un poco. Hecho esto bajamos al comedor donde nos pusieron una buena cena. Después de ésta algunos salimos del hotel para andar un poco por un gran paseo que hay en una avenida próxima al hotel. Allí un fotógrafo marroquí empezó a fotografiarnos, sin pedirnos permiso. Al día siguiente sabríamos para qué lo hacía. El Paseo fue bonito, con una temperatura agradable. Al fin nos retiramos a descansar. Esa sería la segunda noche que íbamos a dormir en Fes. Al día siguiente íbamos a partir para Rabat- Salé, y después continuar hasta el lejano destino que habíamos programado.
Fin de la quinta parte.
Continuará.
TEXTO: Manuel Ochando.
FOTOGRAFIAS: Rosario Sabariego,Juan Martos, Mª José Madrid, JARE, M. Ochando.
TEXTO: Manuel Ochando.
FOTOGRAFIAS: Rosario Sabariego,Juan Martos, Mª José Madrid, JARE, M. Ochando.
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