Hacía muchos años, cuando estudiando la vida y obras del gran andaluz Blas Infante, descubrí el viaje que hizo en 1924 a Marruecos, cuando España estaba en guerra con ese país, en la zona norte que se anexionó como su protectorado. Blas Infante para poder pasar al otro lado del frente abierto, tuvo que embarcarse en Lisboa. Cuando desembarcó en África, tuvo como mejor pasaporte y salvo-conducto el mostrar que él era andaluz y que se reconocía como heredero de al-Ándalus, la antigua patria de los andaluces, que tantas huellas creativas de todo tipo, habían dejado en el Magrib.
Rey poeta de Sevilla al- Mutamid |
Su destino no era otro que el que siguiera en 1340 el visir granadino Ibn al-Jatib, muchos siglos antes, para rendir homenaje al rey poeta de Sevilla al- Mutamid. Me impresionó la valentía que demostró Blas Infante al viajar en plena guerra allí, y admiré las hermosas fotos que le hizo un fotógrafo catalán que viajó con él, con los magribíes de Agmat, que sin duda le ayudarían a descubrir la deteriorada tumba del gran rey andalusí.
Cargado de cadenas por los almorávides, que había llamado para que auxiliaran a Andalucía, ante la agresión cristiana del norte peninsular, que tenía el apoyo del papado y de Europa, fue encarcelado en Agmat, un pequeño pueblo de Marrakús, la capital que habían fundado los al-Murabitún (los almorávides). Itimad su esposa , tuvo que trabajar de hilandera para procurarle el sustento que sus carceleros, los invasores de Andalucía le negaban. En su prisión, una de sus mayores penas era la de no poder seguir desplegando su gran generosidad, como la que hizo en sus años de gobierno, con tantos artistas y poetas.
No me olvido de la visita que antes de morir le hizo también el ilustre biógrafo de Infante, Enrique Iniesta Coullaut-Valera, que aún siendo cura Escolapio, quiso rendir su personal homenaje a este rey andaluz, que en plena época de Taifas, intentó unificar los distintos reinos en que, tras la guerra civil que asoló el jalifato andalusí, había quedado dividida Andalucía y su imperio.
Mi sueño, y el de otros compañeros, iba pronto a realizarse. Después de cinco años de refundar la Asociación Cultural ALMENARA para el Progreso y Desarrollo de Andalucía, propuse a mis compañeros de la Asociación que dentro de una de las actividades que veníamos realizando, como eran los viajes culturales, programáramos un viaje a Marruecos para visitar la tumba de al-Mutamid, rendirle homenaje, y visitar también otras ciudades Magribíes que habían tenido una gran conexión histórica con Andalucía, tales como Tánger, Tetuán, Xauen, Fes, Rabat, Marrakés y la pequeña localidad de Agmat, visita ésta fundamental en nuestro viaje.
A las dos de la madrugada salimos de Jaén en el autobús de la empresa Santiago-Cañada, a quien Almenara encargó la logística del largo viaje. Con una sola parada que hicimos en el trayecto de Jaén a Algeciras, a las siete de la mañana ya estábamos en el puerto por el que transitan más pasajeros de toda Andalucía y de España.
Tras pasar los controles de pasaporte nos embarcamos con dirección a Tánger. Pronto nos encontramos en medio del estrecho en un día muy claro en el cual desde el barco podíamos divisar las dos orillas del estrecho de Gibraltar con toda nitidez. Pronto vimos a lo lejos la gran “Roca de Gibraltar”, y los verdes montes que hay junto al puerto comercial de Tánger. Nuevo puerto en construcción que está lejos de la ciudad que le da el nombre. Desde el barco el estrecho se asemejaba a un gran río de enorme anchura.
Todos los integrantes de Almenara que hacíamos este viaje nos encontrábamos muy emocionados. El viaje iba bien, con un tiempo bueno y unas temperaturas muy suaves. Algo frescas a esa hora de la mañana. Todos queríamos conseguir la mejor foto de esos momentos, desde la cubierta superior del barco.
El barco estaba atracando en Tánger-Med. Desembarcamos y nos dirigimos al control de aduanas. Nuevos controles. Esta vez más rigurosos que los que nos habían hecho en Andalucía. Cuando los pasamos nos fuimos a un lugar del puerto donde había cambio de dinero. De euros a dirjans. Cada uno cambio según los gastos que preveía iba a hacer. Nos cambiaron según la relación: 1euro = 10´8 dirjans. Tras el cambio nos fuimos de nuevo al lugar que Yunes, el guía tetuaní que íbamos a tener por todo Marruecos, nos indicó. Por fin tras una corta espera vimos el autobús de Fran, nuestro conductor, que acababa de sacarlo del barco. Montamos en él. Fran nos presentó oficialmente al guía. Yunes nos dio la bienvenida a todos en un perfecto español.
Conduciendo el autobús Volvo suavemente salimos del puerto y el vehículo fue remontando por una estrecha carretera las montañas que había junto al mar. Pasamos por una zona donde había un pantano en construcción. Nuestro guía nos informó que su país tenía planes de desarrollo para el 2015. Poco después pasamos por las proximidades de Ceuta, y vimos con toda claridad la doble línea de alambradas que hacía frontera con Marruecos. Yunes nos indicó donde se solían ocultar los inmigrantes para intentar pasarla. Las montañas estaban cubiertas de verde.
El autobús seguía una carretera que estaba próxima a la costa mediterránea. Yunes nos comentó: Allí donde veis que os señalo, se está haciendo mucha construcción. Esto pronto será “La Costa del Sol” de Marruecos. Aquí se mueve mucho dinero. El paisaje, las montañas por las que íbamos se parecían mucho a las montañas de Andalucía. El año había sido muy lluvioso también es esta zona norte de Marruecos. Mirábamos por las ventanillas y cada dos por tres nos quedábamos sorprendidos con algunas cosas de las que nos iban saliendo al paso.
Estábamos en Marruecos, a principios del largo viaje que ya estábamos realizando. Yo junto a mi esposa y a mis amigos me sentía feliz. Nos estábamos acercando ya a a la ciudad de Tetuán. Ciudad que perteneció al protectorado español. Yunes se dispuso a explicarnos algo sobre Tetuán. Yo tras saludarle y pedirle permiso a él, tras asentir me puse a leer una información que recogí de Rodolfo Gil Benumeya.
Fin de la primera parte. Continuará.
(Texto: Manuel Ochando. Fotografías: Rosario Sabariego, Manuel Ochando, JARE)
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