Álvaro Paulo de
Córdoba nació en Córdoba en los primeros años del siglo IX (en el ochocientos y
algo) en pleno emirato andalusí.
Debió tener una posición económica
acomodada, con casa en la capital y tierras fuera. Tendría un patrimonio
suficiente para poder vivir de rentas y poder dedicarse a la teología y la
literatura.
Estudió en la escuela monacal del
Abad Speraindeo. Fue compañero de estudios de Eulogio de Córdoba, uno de los
mártires cordobeses con el que mantuvo toda su vida una gran amistad y del que
escribió su biografía poco después de que Eulogio fuera ejecutado en el 859.
Después de la muerte de su amigo, Álvaro cae en una grave enfermedad que le
lleva en el 861 a recibir el sacramento de la penitencia, que solo se recibía una
vez en la vida, normalmente en peligro de muerte, pero que si se conseguía
sanar, se estaba obligado a cumplir la penitencia pública y a vivir una vida de
castidad y abstinencia de participar en la eucaristía. En definitiva, era una
vida más propia de un monje que de un seglar como Álvaro. Este hecho parece que
le amargó sus últimos meses de vida hasta que murió a principios del 863.