Este personaje gaditano, nacido el 97 a C., fue el primer hispano que
llegó a ostentar los más altos puestos en la administración romana, pasando por
todas las escalas, desde procurador, pretor, propretor y cónsul.
Cuando Gades se rindió a las tropas romanas de Escipión el Africano en el
206, en el pacto de rendición consiguió el estatus de ciudad federada de Roma.
Este privilegio le permitió mantener su autonomía política y económica,
quedando exenta de pagar impuestos al Senado romano. La gran actividad
comercial de Gades convirtió a la ciudad en una de las mayores y más ricas del
imperio romano. Como muestra de ello, según cuenta Estrabón, en la ciudad
vivirían en su época más de quinientos
“equites”. Es decir, personas con un alto poder económico que pertenecían a la
orden de los caballeros.
Entre las clases pudientes y aristocráticas romanas tenían tres
divisiones según su nivel de renta. En la tercera categoría, que debían tener
una renta superior a los cien mil sestercios, estaban los pertenecientes al
orden decurional que podían tener acceso a los cargos de representación pública
de la ciudad. A la segunda categoría, los de rentas superiores a los
cuatrocientos mil sestercios, pertenecían los del orden ecuestre (los caballeros).
Estos podían acceder a los diferentes cargos de la administración central o del
ejército. Por último, en la categoría superior de la cúspide social estaba la
orden senatorial, con unas rentas mínimas de un millón de sestercios, y que son
las que podían acceder a los mas altos cargos de la magistratura romana.
La familia de los Balbo era una antigua familia púnica de Gades que había
acumulado gran riqueza en su actividad comercial. En la guerra civil social de
la república romana, conocida como guerra sertoriana (80-71 a. C.) Gades, y con
ella Balbo, se puso de parte del bando que a la postre fue el ganador. Cuando
Pompeyo se hace cargo del ejército republicano que combate a Sertorio, Balbo se
une a él. Como recompensa la familia de los Balbos consiguen la ciudadanía
romana tomando nuestro personaje los gentilicios romanos de Carnelio y Lucio en
honor de los cónsules que habían ratificado su ciudadanía.
Se trasladó a Roma donde Pompeyo le favoreció para que entrara en la
orden de los caballeros, requisito fundamental para ser titular de
explotaciones mineras y de acceso a determinados puestos políticos.

Debido a su amistad con César y con Pompeyo contribuyó a la formación del
triunvirato en la jefatura de la República de Roma entre ellos dos y Craso.
Esta amistad con César, del que llegó a ser el encargado de la gestión de
su fortuna personal, le trajo problemas por la envidia de parte de la nobleza
romana de aquella época que no aceptaba que un extranjero pudiera tener tanta
influencia en Roma.
En la guerra civil que se declaró entre Pompeyo y César, él mantuvo una
aparente neutralidad, aunque en realidad benefició más la causa de César. Julio
César derrotó a los pompeyanos en la batalla de Munda (45 a. C.) y se proclamó
Dictador.
Balbo, dotado de una gran intuición política para apostar por el caballo
ganador, volvió a hacerlo apostando después del asesinato de Julio César, por
Octaviano, el futuro César Augusto que le ayudó a escalar a una de las más
altas magistraturas de Roma, la de Cónsul, siendo el primer no Itálico en
conseguirlo.
Entre tanto trasiego político y militar, Balbo no se olvidó de su Gades
natal, de la que fue nombrado patrono y a la que consiguió la ciudadanía romana
para todos sus habitantes. Tampoco se olvidó de su familia, ayudando en su
carrera política a su sobrino conocido como Balbo el menor, que ya destacaba
como militar llegando a ser general. Éste llegó a ocupar el cargo de cuestor de
la Hispania Ulterior, fue elegido senador y nombrado procónsul de África.
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