Así como los anteriores reyes tartésicos solo los podemos intuir a través
de las leyendas mitológicas, el caso del rey Argantonio lo conocemos a través
de una fuente histórica. Es el historiador griego Heródoto, que vivió en el
siglo V a. de C. el que nos habla de él al relatar los viajes de los griegos
focenses hacia el mediterráneo occidental. “Los focenses –nos dice Heródoto- fueron
los primeros griegos que hicieron grandes navegaciones y fueron los
descubridores de Adria, de Tierrenia, de Iberia y de Tartessós… Llegados a
Tartessos se hicieron amigos del rey de los tartesios llamado Argantonio, que
reinó ochenta años y vivió en total ciento veinte”.
En este texto vemos como en aquella época ya los griegos distinguían
entre Iberia, que para ellos había pasado a denominar la costa levantina hasta
el sur de Francia, y Tartessos, que era el sur peninsular.
Argantonio debió reinar hacia finales del siglo VII y mediados del siglo
VI a. de C. por lo que coincide con el periodo conocido como “orientalizante”
de Tartesos, por la influencia que ejercieron en la cultura tartésica las
culturas griegas y fenicias.
Son los fenicios, pueblo procedente de las costas del actual Líbano, los
que acaparan el comercio tartésico estableciendo varios asentamientos por la
costa andaluza entre los que podemos destacar el de Abdera (Almería); Sexi
(Almuñecar-Granada), Malaka y Gadir.
Desde la destrucción de Tiro en el 573 a. de C. por los caldeos de
Babilonia, el comercio fenicio con Tartessos debió resentirse enormemente por
lo que debemos deducir de este hecho el interés de Argantonio por los nuevos
navegantes griegos que llegan a sus costas. El rey tartésico ofrece a los
griegos focenses establecerse en cualquier parte de su reino ante las
acometidas de los persas contra su Jonia natal. Como no aceptaron ese
ofrecimiento, Argantonio les dio suficientes recursos para amurallar la ciudad
de Focea.
Al final, los persas conquistan Focea y sus habitantes se instalan en
Alalia, en la isla de Córcega. Los tartesios, ya sin Argantonio, parece que
siguen siendo aliados de los focenses cuando se produce la batalla de Alalia
entre estos griegos y una coalición de Etruscos, que vivían en el norte de
Italia, y los cartagineses, que eran los sucesores en las colonias fenicias del
mediterráneo occidental. Parece que a partir de esta batalla, Tartesos va
decayendo económica y políticamente quedando en manos del cada vez más
influyente poder del imperio cartaginés.
La riqueza de Tartesos, en general, y de su rey, en particular, era muy
conocida en la época. De hecho, el nombre de Argantonio, que no sabemos si es
real o figurado, parece significar “el hombre de la plata”. La riqueza de los
reyes tartésicos de esta época la podemos ver en algunas de las tumbas
excavadas que posiblemente pertenecerían a la élite tartésica que había
acumulado gran riqueza debido al comercio. En ellas se han encontrado vasos de
bronce, cajas de marfil ricamente decoradas, vasitos de alabastro que
contendrían caros perfumes orientales, huevos de avestruz usados como
recipientes y carros de bronce que denotaban un alto nivel social del difunto.
En la época de Argantonio, Tartesos era una civilización equiparable a la
de los pueblos orientales con un alto nivel cultural que se concreta, sobre
todo, en el conocimiento de la escritura y la existencia de leyes en verso; un
gran desarrollo urbanístico en grandes ciudades para la época; y un gran
desarrollo económico con una economía diversificada (metalurgia, agricultura,
ganadería, pesca) enfocada a la exportación.
Parece que a partir de finales del siglo VI a. de c. el antiguo imperio
tartésico, de tradición pacífica, cae en la órbita del incipiente imperio
cartaginés y se va descomponiendo en diversos reinos aflorando los diferentes
pueblos que habían constituido desde muy antiguo la confederación tartésica.
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