Marco Ulpio Trajano Crinito nació en Itálica (en el pueblo sevillano de
Santiponce) en el año 53 de nuestra era, y murió en el 117. Era miembro de una
familia aristocrática de la Bética (la familia Ulpia) que dio a Roma varios
emperadores que gobernaron en la centuria más esplendorosa del imperio romano.
Parece que los antepasados de
Trajano llegaron a Itálica en los primeros momentos de su fundación, aunque no
se sabe con seguridad si la familia de Trajano era descendiente de una de las
familias de la aristocracia autóctona del lugar, o provenía de una mujer
turdetana y de uno de los soldados u oficiales asentados allí cuando Itálica
era un campamento. Lo cierto es que su familia había desempeñado diversos
cargos en la localidad hasta que el padre de Trajano dio el salto a la política
del imperio, ocupando diferentes cargos entre ellos el de senador, procónsul de
la Bética y gobernador de varias provincias.
Siendo su padre gobernador de Siria, el joven Trajano destacó allí como
militar al mando de una legión. Como era habitual en la aristocracia romana que
quería dedicarse a la política, desempeñó los diferentes cargos (cuestor,
pretor y legado) y realizó una brillante carrera militar durante el mandato del
Emperador Domiciano.
Como General llegó a ser muy popular en la contención de las fronteras
del imperio, especialmente la germánica. Precisamente, siendo gobernador de la
Germania Superior, muere asesinado el Emperador Domiciano. El Senado elige a
Nerva como Emperador, un viejo senador que no era bien visto por el ejército y
que no tenía descendencia. Entonces Nerva adoptó al popular militar Trajano
como su heredero para hacerse con el favor del ejército.
Nerva murió un año y medio después y Trajano le sucede como Emperador en
el 98, contando con 45 años de edad. Como gobernante siguió sus conquistas
militares dando al imperio romano su máxima extensión. En esa época, todos los
territorios que circundaban el mar mediterráneo eran parte del imperio romano.
Por eso, los romanos denominaban al mediterráneo como “mare nostrum”.
También destacó como impulsor de
muchas obras públicas. Para mejorar las comunicaciones construyó puentes en
diversa partes del imperio, restauró las principales calzadas y construyó
algunas nuevas como la famosa vía trajana en el sur de Italia. Mejoró y amplió
el abastecimiento de aguas a las ciudades con canales y acueductos. Construyó y
amplió edificios públicos como termas, foros, teatros y circos. Fundó colonias
romanas en diferentes partes del imperio como Dacia o el norte de África, y
unió por un canal el Nilo con el mar Rojo.
Pero no sólo destacó Trajano por sus triunfos militares y la construcción
de obras públicas sino que también consiguió una gran aceptación del pueblo
romano por su política social y el fomento de los grandes espectáculos para
diversión del pueblo, como las carreras de carros, las luchas con animales
salvajes y las luchas entre gladiadores. Es lo que se ha conocido después como
la política de “pan y circo para el pueblo”.
Trajano, que era un gran estadista y filántropo, puso en marcha un
programa de bienestar social que ayudaba a los niños pobres y huérfanos de todo
el imperio aportando alimentos y educación a una gran cantidad de niños, sobre
todo los hijos de los soldados muertos en las campañas militares.
En materia judicial disminuyó los tiempos de los procesos, prohibió las
acusaciones anónimas, así como las condenas con falta de pruebas sólidas y
suficientes. Aprobó leyes en beneficio de la pequeña propiedad campesina
favoreciendo y ayudando desde el Estado al campesinado libre que se veía cada
vez mas acorralado por el gran latifundista que explotaba a los campesinos en
condiciones de miseria y de semiesclavitud. También persiguió a los
recaudadores de impuestos corruptos que actuaban como auténticos depredadores del campesinado, y a los bandidos que
devastaban las cosechas.
En materia fiscal, Trajano, en vez de cargar con más impuestos a los
ciudadanos para llevar a cabo sus políticas, se valía principalmente de los
recursos que conseguía como botín de las diferentes guerras que emprendió,
especialmente con la conquista de Dacia (la actual Rumanía). Gracias a esos
ingentes recursos pudo financiar su programa de obras públicas y obras
sociales. Alivió de impuestos a las provincias quemando los registros de los
impuestos retrasados y abolió algunas tasas que abrumaban al pueblo romano.
También tuvo la habilidad de ganarse al Senado devolviéndole gran parte
de la libertad y el poder que había perdido desde la instauración de la
dictadura de César y el principado de Augusto.
A Trajano le sucedió otro bético de Itálica, Adriano, que era hijo de su
primo y estaba casado con la nieta de su hermana. Adriano se encontró con un
imperio pacificado y con una administración reformada.
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