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lunes, 22 de septiembre de 2014

QUINTO TORIO CULEÓN. Procurador imperial de la Bética.



Hoy vamos a hablar de un personaje de la época romana oriundo de la ciudad de Cástulo (cerca de Linares) que conocemos, sobre todo, por una inscripción romana que lo menciona como Quinto Torius Culleo, procurator augusti provinciae Baeticae
Cástulo se rindió a los romanos en el 206 a. de C. sin ser saqueada como le ocurrió a su vecina Iliturgi por lo que conservó durante la época romana su población y riqueza que acrecentó sobradamente convirtiéndose en una de las más importantes ciudades de la Hispania Ulterior.

En la guerra civil entre Pompeyo y César, a mediados del siglo I a. de C.,  la ciudad tomó partido por César que le otorgó como recompensa el título de municipio de derecho latino. Ese título conllevaba que los habitantes de esa localidad adquirieran gran parte de los derechos que las leyes romanas reconocían a los ciudadanos de Roma y que las élites aristocráticas y económicas locales conservaran sus privilegios.
 Claro, que cuando hablamos de derechos en el imperio romano, sólo podemos referirnos a los habitantes libres con ciudadanía romana, pues además de éstos, que eran los que constituían el pópulo (el pueblo) estaban otras categorías de ciudadanos como los libertos y los esclavos.
La Bética, que dependía directamente del Senado romano, estaba gobernada por un Senador que era designado anualmente. En su gobierno era ayudado por magistrados nombrados por el Emperador, que con el título de procuradores y cuestores dirigían las diferentes tareas administrativas, económicas y judiciales. El procurador imperial de la Bética, que era el máximo escalafón de los delegados imperiales en la provincia senatorial, era un instrumento imprescindible para el Emperador a la hora de controlar sus intereses dentro de una provincia senatorial
Uno de estos procuradores era el castulonense Quinto Torius Culleo. Este personaje aparece en una epigrafía latina de Cástulo como el gran benefactor de la ciudad. Esta inscripción se podría fechar a mediados del siglo II d. C. que era la época mas floreciente de la Bética romana y en la que más poder político tuvo en Roma con dos emperadores béticos. En esta época, Cástulo era una gran ciudad amurallada que contaba con grandes edificios. Unos eran privados, pertenecientes a las ricas oligarquías mineras y agrarias de la ciudad, y otros públicos como el teatro, el circo y los baños públicos.
Otros benefactores de Cástulo que aparecen en inscripciones epigráficas de la ciudad son los Cornelii, los Valerii y los Iunii. Pero a diferencia de éstos, que seguramente pertenecerían al orden decurional, con cargos municipales, Torio Culeón, por su cargo de procurador imperial, y la gran riqueza que poseía y que podemos deducir de las grandes donaciones que hizo a la ciudad, pertenecería a la orden de los caballeros.
            Seguramente que sería uno de los propietarios particulares de las ricas minas de plata que había en la zona y que habría heredado de sus antepasados oretanos. También sería propietario de tierras de labor donde produciría cereales, vino, y especialmente aceite que en su gran mayoría exportaría a Roma.
            Sobre la importancia de la producción y exportación de aceite de la Bética a Roma podemos contar la anécdota de que una de las colinas de Roma, el conocido como monte testacio, es de origen artificial, pues está compuesta por los millones de restos de ánforas de aceite (tiestos), que en su mayoría provenían de la Bética.
Entre los beneficios que Quinto Torio Culeón concedió a la ciudad de Cástulo, según la inscripción, está la reconstrucción, costeada con su propio patrimonio, de los muros de la ciudad que habían quedado ruinosos por el paso del tiempo.
También la donación de un terreno para la construcción de unos baños de uso público. Así mismo menciona la inscripción epigráfica que nuestro personaje costeó la colocación de estatuas de Venus y Cupido en el teatro de la localidad.
Como curiosidad de este teatro castulonense podemos reseñar que en él se celebraron competiciones de coros. Así lo atestigua una inscripción datada en el 154 d. C. siendo ésta la única noticia que se tiene en toda la península de este tipo de espectáculos en época romana. También sabemos por la epigrafía que el procurador castulonense  ofreció a los habitantes de la ciudad un banquete público, costumbre que era bastante habitual entre las clases pudientes. Otras de las obras benefactoras con la ciudad de Cástulo fue el asumir la deuda que tenía la ciudad de diez millones de sestercios y la reparación de la vía que conducía a Sisapo (seguramente la actual Almadén) a través del Salto Castulonens (el puerto Castulonense, seguramente en la sierra mariánica).
Como reconocimiento a esa gran labor benefactora, los habitantes de Cástulo le dedicaron una estatua, celebrándose en su honor dos días de juegos circenses.

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