Hoy vamos a hablar de un personaje de la época romana oriundo de la
ciudad de Cástulo (cerca de Linares) que conocemos, sobre todo, por una
inscripción romana que lo menciona como Quinto
Torius Culleo, procurator augusti provinciae Baeticae
Cástulo se rindió a los romanos en el 206 a. de C. sin ser saqueada como le
ocurrió a su vecina Iliturgi por lo que conservó durante la época romana su
población y riqueza que acrecentó sobradamente convirtiéndose en una de las más
importantes ciudades de la Hispania Ulterior.
En la guerra civil entre Pompeyo y César, a mediados del siglo I a. de
C., la ciudad tomó partido por César que
le otorgó como recompensa el título de municipio de derecho latino. Ese título
conllevaba que los habitantes de esa localidad adquirieran gran parte de los
derechos que las leyes romanas reconocían a los ciudadanos de Roma y que las
élites aristocráticas y económicas locales conservaran sus privilegios.
Claro, que cuando hablamos de
derechos en el imperio romano, sólo podemos referirnos a los habitantes libres
con ciudadanía romana, pues además de éstos, que eran los que constituían el
pópulo (el pueblo) estaban otras categorías de ciudadanos como los libertos y
los esclavos.
La Bética, que dependía directamente del Senado romano, estaba gobernada
por un Senador que era designado anualmente. En su gobierno era ayudado por
magistrados nombrados por el Emperador, que con el título de procuradores y
cuestores dirigían las diferentes tareas administrativas, económicas y
judiciales. El procurador imperial de la Bética, que era el máximo escalafón de
los delegados imperiales en la provincia senatorial, era un instrumento
imprescindible para el Emperador a la hora de controlar sus intereses dentro de
una provincia senatorial
Uno de estos procuradores era el castulonense Quinto Torius Culleo. Este
personaje aparece en una epigrafía latina de Cástulo como el gran benefactor de
la ciudad. Esta inscripción se podría fechar a mediados del siglo II d. C. que
era la época mas floreciente de la Bética romana y en la que más poder político
tuvo en Roma con dos emperadores béticos. En esta época, Cástulo era una gran
ciudad amurallada que contaba con grandes edificios. Unos eran privados,
pertenecientes a las ricas oligarquías mineras y agrarias de la ciudad, y otros
públicos como el teatro, el circo y los baños públicos.
Otros benefactores de Cástulo que aparecen en inscripciones epigráficas
de la ciudad son los Cornelii, los Valerii y los Iunii. Pero a diferencia de
éstos, que seguramente pertenecerían al orden decurional, con cargos
municipales, Torio Culeón, por su cargo de procurador imperial, y la gran
riqueza que poseía y que podemos deducir de las grandes donaciones que hizo a
la ciudad, pertenecería a la orden de los caballeros.
Seguramente que sería uno de los
propietarios particulares de las ricas minas de plata que había en la zona y
que habría heredado de sus antepasados oretanos. También sería propietario de tierras
de labor donde produciría cereales, vino, y especialmente aceite que en su gran
mayoría exportaría a Roma.
Sobre la importancia de la
producción y exportación de aceite de la Bética a Roma podemos contar la
anécdota de que una de las colinas de Roma, el conocido como monte testacio, es
de origen artificial, pues está compuesta por los millones de restos de ánforas
de aceite (tiestos), que en su mayoría provenían de la Bética.
Entre los beneficios que Quinto Torio Culeón concedió a la ciudad de
Cástulo, según la inscripción, está la reconstrucción, costeada con su propio patrimonio,
de los muros de la ciudad que habían quedado ruinosos por el paso del tiempo.
También la donación de un terreno para la construcción de unos baños de
uso público. Así mismo menciona la inscripción epigráfica que nuestro personaje
costeó la colocación de estatuas de Venus y Cupido en el teatro de la localidad.
Como curiosidad de este teatro castulonense podemos reseñar que en él se
celebraron competiciones de coros. Así lo atestigua una inscripción datada en
el 154 d. C. siendo ésta la única noticia que se tiene en toda la península de
este tipo de espectáculos en época romana. También sabemos por la epigrafía que
el procurador castulonense ofreció a los
habitantes de la ciudad un banquete público, costumbre que era bastante
habitual entre las clases pudientes. Otras de las obras benefactoras con la
ciudad de Cástulo fue el asumir la deuda que tenía la ciudad de diez millones
de sestercios y la reparación de la vía que conducía a Sisapo (seguramente la
actual Almadén) a través del Salto Castulonens (el puerto Castulonense, seguramente
en la sierra mariánica).
Como reconocimiento a esa gran labor benefactora, los habitantes de
Cástulo le dedicaron una estatua, celebrándose en su honor dos días de juegos
circenses.
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