Tras desayunar a la hora convenida en el
hotel Sofía de Fez, cogimos nuestro equipaje y nos dispusimos a salir del mismo
en dirección al autobús que nos estaba esperando. Nos encontramos a la salida
del hotel con una exposición de fotos, de todos nosotros, que un marroquí
anónimo nos había hecho la noche anterior. Cada una tenía su precio. Yo miré
algunas de las fotos y, particularmente, no me gustó la calidad que tenían por
lo que no adquirí ninguna.
Otros compañer@s si lo hicieron. Al llegar junto al autobús se agolpaban varios vendedores que nos atosigaban queriendo que les compráramos las diversas mercancías que llevaban en cuero o de tela, tales como bolsos, monederos, vistosos pañuelos, etc. La verdad tenían buen precio. Cada uno compró aquello que más le gustó y que podía tener un uso práctico.
Montamos todos en el autobús que se
encontraba en perfecto estado. De su seguridad se encargaba el corpulento
ayudante de nuestro guía turístico Yunes, que no le perdía ojo ni de día ni de
noche. Nuestro conductor Fran procedió a contarnos a todos para comprobar que
no faltaba nadie. Hecho esto con su ya tradicional buena conducción puso su
gran autobús en movimiento. Poco a poco fuimos alejándonos de la hermosa ciudad
de Fez. La carretera, en buen estado, iba avanzando entre verdes campos de
siembras de cereales, que las abundantes lluvias del presente año habían
favorecido. Por las tierras se veía muy poca maquinaria. También la ausencia de
vallas, cosa que me agradó, pues ver los campos cercados con mallas de alambre
es francamente desagradable, hecho que por desgracia hemos extendido mucho en
Andalucía.
Viajábamos por el Marruecos verde, por El
Magrid, El País del Sol Poniente. A la vista de sus hermosos campos, los
estereotipos que nos habíamos forjado en Andalucía de un país desértico, o
semidesértico, se estaban derrumbando. Pasamos junto a Meknes, sin entrar en
ella. En su periferia observábamos que se estaba construyendo mucho.
La mañana iba avanzando y Rabat- Salé
nuestro próximo destino se estaba acercando cada vez más. Como ya era habitual
Yunes nos habló de los sitios que íbamos a visitar en la capital Marroquí,
informándonos ampliamente de ella. Allí también tendríamos un guía oficial.
Cuando acabó su información, de mutuo acuerdo, empecé yo a relatar algunos
aspectos que consideraba importantes de la ciudad
que íbamos a visitar.
En las dos orillas por donde sale al océano
el río Bu Regreb se alzaron las dos medinas gemelas de casitas blanquísimas:
Salé y Rabat. La primera creada por los andalusíes fue Salé. En época Almohade
surgió como un punto de recalada de los pescadores andaluces procedentes de las
costas de Huelva y Cádiz. Simultáneamente el sultán Yacub ben Yusuf, tras la
victoria conjunta con
los andalusíes, sobre los castellanos en
la batalla de Alarcos el año 1195 funda una corte militar llamada oficialmente
“Rabat el Fatj” (Convento de la Victoria). Pero de ella solo se llegó a
construir una larga muralla de cinco kilómetros, que iba casi paralela al
río, y el comienzo de una mezquita enorme,
que debía alzarse sobre tremendos pilares redondos. Cuando murió el
sultán de la iniciada mezquita ya estaban en pie cuarenta y cuatro metros
construidos de su torre alminar. Es conocida como la torre Hasan (Jásan). Quedó
fuera de las murallas vacías de la proyectada ciudad, en la cual se abrían ya
puertas. Una de ellas era la monumental “Puerta de los Vientos”. Todo fue obra
de alarifes, o arquitectos, y constructores andaluces, esencialmente los mismos
que en Sevilla hicieron la Giralda, y en Marraquex la torre Kutubía.
Tras
años vacíos aquí llegaron también en sucesivas oleadas andalusíes, los cuales
se concentraron en barrios propios que construyeron, como después veremos,
reflejando la belleza y el espíritu de
su Andalucía.
Nos
cuenta Benumeya que en 1492 llegaron a Salé andalusíes, musulmanes y judíos con
los cuales la ciudad tomó su forma recogida y definitiva. Motivada por la gran
expulsión de andaluces que decretó el rey español Felipe III en 1610, Rabat
nació como ciudad efectiva. Los andalusíes llegados del reino de Sevilla y del
reino de Badajoz, construyeron una medina entera, amurallada, dentro del
recinto almohade, dejando fuera de ella a la torre Hasán. Llegaron de Huelva, de Málaga y algunos de Aragón,
aunque eran mayoritarios los andalusíes de Hornachuelos, del reino de Badajoz. Al
conjunto de las gentes de Rabat-Salé se les llegó a distinguir como “hornacheros”.
Por ser los más numerosos se pusieron a la cabeza de los demás emigrantes
andalusíes. Desde 1611, constituyeron un Diwan, Junta de Gobierno Local. A
cambio de un tributo anual y reconocer la soberanía saadiana, se les permitió
una amplia y extensa autonomía local. En los primeros años los andalusíes de
Salé y Rabat tuvieron algunas disputas por la instalación y el predominio. Pero
en 1627 establecieron una alianza local conocida con la denominación de
“República de las dos orillas”. Su Diwan era elegido mitad por mitad por
miembros de las dos ciudades que orillaban con el río Bu Regreb.
Esta república andalusí, era de hecho
casi independiente, y actuaba a veces con una acción corsaria contra el
imperialismo español, que los había expulsado de su Matria al-Ándalus. Entre 1666 y 1668, cuando se estableció la
dinastía de los filalis o alauitas, Salé con Rabat entraron en la unidad
general Marroquí. Entre 1912 y 1952 se estudiaron, recogieron y depuraron los
elementos que en Rabat quedaban de la histórica población morisca. Dentro de
esta ciudad todavía eran denominados”andaluces” la mayor parte de sus habitantes.
Predominaban estos en las artes, el comercio y en la intelectualidad local. En
el año 1941 erran así descritos en la revista técnica del Instituto de Altos
Estudios Marroquíes: “Los andaluces se distinguen de los hanifín por más de un
rasgo; ellos son generalmente muy blancos de piel, muy limpios y muy corteses;
sus casas son muy lindas; sus mujeres son muy hábiles en bordados. Se reconocen
por sus nombres de procedencia andaluza: Ronda, Cortobi (Cordobés), Almodóvar,
Liabor (Álvarez), Balagreg o Balafrex (Palafox) Carrasco, Chamorro, Palomino,
Chiquito, Moreno, Bargas (Vargas) Mulín, (Molina), etc. El núcleo principal
de los “andaluces” seguía siendo el que habitaba la Medina o casco tradicional
de la ciudad.
Después de exponer este relato sobre Rabat-
Salé, noté como el interés de mis compañer@s por conocer a fondo, en su Historia,
las ciudades que estábamos visitando se iba incrementando. Nuestro autobús estaba
entrando ya en las avenidas de Salé, la ciudad hermana de Rabat. Pronto desde
el altozano divisamos el río Bu Regreb, de abundantes aguas. Pasamos el puente
que nos llevaba a la capital Marroquí. Sentí una emoción especial al recordar
la positiva labor que en su forzado exilio de al-Ándalus habían hecho aquí
nuestros antepasados andalusíes.
Fuimos callejeando por hermosas avenidas,
pasamos por una amplia plaza junto a la cual se alzaba un alto y bello alminar de una mezquita. Poco después
llegamos a la zona monumental de la torre Hasan. Bajamos del autobús y Yunes
nos presentó al guía que nos iba a acompañar para explicarnos detalladamente lo
que íbamos a ver de Rabat. Nos dirigimos a la gran explanada donde se encuentra
la incompleta torre Hasan, hermana de la Giralda y de la Kutubía. En los años
sesenta del pasado siglo XX tenía un cierto abandono el conjunto monumental,
según observamos en las fotografías de la época.
Lo que vimos nosotros fue una zona monumental,
excelentemente conservada. Toda la explanada de la mezquita Hasan estaba bien
pavimentada. A mí me impresionó mucho admirar el bosque de columnas circulares,
enormes, muchas de ellas sin haber alcanzado la altura que proyectó su alarife.
El alminar de esta mezquita a diferencia de la Giralda de Sevilla, que está
construida de ladrillo, está hecha de piedra.
El rey Hasan II , creo que con buen
criterio, respetando el conjunto monumental antiguo, junto a él, mandó erigir
el mausoleo de su padre el rey Mohamet V, que tuvo el mérito, tras padecer el
exilio fuera de su patria, dar de nuevo la independencia al Reino de Marruecos.
El Mausoleo, bellísimo, hecho con la más ortodoxa arquitectura tradicional
Magrebí se levanta sobre una escalinata que le da acceso. Guardias reales
montados a caballo con el traje de gala, y otros a pie, custodian el Mausoleo.
Casi todos los componentes del grupo se hicieron fotos junto a estos vistosos
soldados reales.
Tras acceder al recinto funerario desde la
galería que circunda la enorme sala se puede observar abajo la tumba del rey
Mohamet V. La decoración interior del monumento es de una riqueza y belleza
indescriptible. Junto al edificio de la tumba real se ha erigido también una
pequeña y artística mezquita, que sigue el estilo arquitectónico que tiene el
Mausoleo. Paseamos viendo con detenimiento toda esta zona monumental junto a la
cual hay hermosas fuentes de agua y numerosos detalles arquitectónicos hechos
con sumo primor y que embellecen toda esta hermosa zona monumental. Aquí se ha
unido lo antiguo y lo construido modernamente incorporando el clasicismo
tradicional en perfecta armonía. Un ejemplo de lo que no se hace en otros
lugares, donde se deja morir las obras de arte antiguas y se construye en
lugares históricos con el más feo de los modernismos.
En Fin nos supo a poco el tiempo que estuvimos en esta zona monumental de Rabat. De ella nos queda un grato recuerdo de nuestros antepasados andalusíes y de la herencia que dejaron en el Rabat actual. También el ver como en la actualidad, cuando no se pierde el hilo con el pasado, se pueden construir obras de arte que perpetúen los hechos de los pueblos o de sus grandes hombres. En las numerosas fotos que hicimos allí nos trajimos impresa la belleza que contemplamos.
De nuevo nos montamos en el autobús, para
visitar otra zona de la ciudad. Nuestro guía tetuaní Yunes, nos dijo que ahora
nos dirigíamos al lugar donde se ubicaba el Palacio Real de Marruecos.
Fin de la sexta parte.
Continuar.
TEXTO: Manuel Ochando.
FOTOGRAFIAS:Inma Martínez, Rosario Sabariego,Juan Martos, JARE, M. Ochando.
TEXTO: Manuel Ochando.
FOTOGRAFIAS:Inma Martínez, Rosario Sabariego,Juan Martos, JARE, M. Ochando.
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