Al-Gharnatí (Dibujo de José Vigueras) |
Abu Hamid Muhammad b. 'Abd al-Rahim b. Sulayman b. al-Rabi,
mas conocido como Abu Hamid al-Gharnati, (el granadino) fue un viajero y
comerciante andalusí que recorrió gran parte del mundo conocido de su época,
especialmente el norte de África, Oriente Medio y Europa oriental. Sus
vivencias viajeras nos las ha transmitido en dos libros. La Tuhfat
al-Albab que se ha traducido como "El Regalo de los Espíritus", y también escribió al Mu'rib an ba'd adja'ib
al-Maghrib, en el que hace un relato de las maravillas del Magreb y
al-Ándalus.
Abu Hamid al-Gharnati Nació en
Granada en el año 1080 cuando todavía reinaba el rey Abd Allah, último rey zirí
de Granada. Su familia debió estar muy vinculada políticamente a la dinastía
Zirí ya que el joven Abu Hamid, con diez años, salió de Granada con su familia,
en el 1090 cuando el rey granadino entregó la ciudad al emir almorávide Yusuf
ibn Tasufin.
Abu Hamid
y su familia se instalaron en Uclés (en la actual provincia de Cuenca) que
pertenecía entonces a los dominios de Alfonso VI, al que los ziríes pagaban
parias por su protección. En Uclés completó sus estudios y allí vivió hasta
poco antes de que los almorávides conquistaran la plaza en el 1108. Entonces
decidió abandonar al-Ándalus.
Sus dos
obras, el Mu´rib y la Tuhfa, las escribió en Iraq muchos años después.
En ellas no solo describe geográficamente los países que recorre y en los que
se queda a vivir un tiempo (años en algunos casos) sino que va aportando datos
interesantes desde el punto de vista antropológico, etnológico y folclórico. En
sus escritos suele incluir relatos llenos de fantasía sobre monumentos o hechos
acaecidos en el lugar. En muchos casos también hace mención a su al-Ándalus
natal donde sitúa leyendas fantásticas. Suele visitar esos sitios donde hay
algo excepcional. Así vemos como antes de pasar a África estuvo en Cádiz donde
visitó al famoso ídolo de Cádiz antes de que fuera destruido por los almohades
en el 1145, y que según la tradición estaba dedicado al Heracles fenicio o el
Hércules romano. En sus viajes por el mediterráneo también pudo contemplar la
erupción del Etna, en la isla de Sicilia.
Estuvo
viviendo varios años en Ifriqiya, territorio que actualmente corresponde al
norte de Túnez, así como Argelia y
Libia. Allí vivió un tiempo en Qayruan, su capital.
Después de
varios años en Ifriqiya se trasladó a Egipto donde vivió unos cinco años. Allí,
nuestro viajero tuvo la suerte de ver el famoso faro de Alejandría del que nos
ofrece una detallada descripción arquitectónica y nos da el dato de la
existencia en él de un enorme espejo. También nos habla de otro de los
monumentos maravillosos de Alejandría, la sala de audiencias de Salomón, con
sus columnas que se movían siguiendo el movimiento del sol. Pero de Egipto
también le llama la
atención sus imponentes pirámides y la maravilla de un país
que sin tener apenas lluvia consigue grandes cosechas a través del fenómeno
natural de la inundación de varios kilómetros de tierra de los márgenes del río,
fenómeno natural que se produce cada año durante cuarenta días.
Tenemos
que decir que Abu Hamid aprovechaba sus largas estancias en las grandes
ciudades para completar su formación con los más ilustres sabios de esas
poblaciones. Eso es lo que hizo en su estancia en Túnez, después en Egipto, y
más tarde durante su estancia en Damasco y Bagdad. En esta última ciudad
entabló gran amistad, incluso estuvo alojado en su casa, con Awn al-Din, un
gran erudito que llegó a ser visir del califato de Bagdad. A él dedicó su
primer libro de viajes al-Mu'rib que escribió durante su estancia en Bagdad.
Su
espíritu aventurero le llevó a hacer otros viajes desde allí. Además de viajar
a la Meca, recorrió otras zonas del actual Irak, como Mosul, al norte, o
Bassora, al sur. Visitó la zona del mar Caspio llegando en el 1131 a la ciudad
de Saysin, un importante nudo de comunicaciones comerciales situada en la
desembocadura del rio Volga, donde se instaló y vivió durante veinte años.
Desde allí visitó la ciudad de Derbend, también junto al Caspio, pero ya en las
estribaciones del Cáucaso. Subiendo el Volga hacia el norte llegó la Ciudad de
Bulgar, desde donde visitó las inmensas estepas rusas. Allí conoció los esquíes
y los bastones que utilizaban los nativos para desplazarse por esos territorios
cubiertos de nieve durante todo el invierno. Abu Hamid hace una precisa
descripción de ellos, acompañada de un dibujo, resaltando su gran utilidad como
medio de transporte. Es la más antigua descripción que se conoce.
Quince
años después, ya sexagenario, se instala en el país de Basgird (en la actual
Hungría). Durante los ocho años de estancia en esas tierras tuvo una intensa
labor misionera, tanto entre los cristianos como entre la minoría musulmana de
origen magrebí que se había instalado allí hacía muchos años. A éstos les
enseña el árabe y las prácticas religiosas musulmanas que por lo visto no
conocían demasiado. En estas tierras se casó su hijo mayor y en ellas se quedó
cuando Abu Hamid decidió volver a Saysin donde había quedado el resto de su
familia. En los años siguientes siguió con sus viajes, tanto aventureros como
comerciales, por toda la zona del Asia Menor, Mar Caspio, Irán e Irak.
En el
1162, ya con más de ochenta años, se encuentra residiendo en Mosul, donde
escribe el otro gran libro de viajes, el Tuhfat al-Albab (el regalo de los
espíritus) obra que tardó tres años en escribir y que dedicó al jefe de la
comunidad sufí de Mosul. Desde Mosul se trasladó a vivir a Alepo, primero, y
después a Damasco donde murió a la edad de noventa años.
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