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domingo, 8 de marzo de 2015

El Cadí Ibn Arabi de Sevilla

Abu Bakr Ibn al-Arabi nació en Sevilla en el 1075 en pleno reinado de al-Mutamid. Fue un reconocido pedagogo de su época y también fue un prestigioso Cadí de Sevilla.
             El padre de Ibn al-Árabi, Abd Allah, era consejero del rey sevillano, por lo que el niño se educó en un ambiente de privilegios económicos y sociales. Su padre, que había sido discípulo de Ibn Hazm, también tuvo buen cuidado de que su hijo tuviera una buena cultura; además de procurarle la mejor educación que podía darse a un niño de su tiempo y su condición social, le solía llevar a las tertulias científicas para que el niño aprendiera.
Inició su educación primaria hacia los cinco años, en la que el estudio del Corán era fundamental. A los nueve años era hafiz (recitador) de Corán, y después amplió tres años más sus conocimientos de ciencias coránicas, árabe y matemáticas.


            Cuando los almorávides vuelven a al-Andalus con la intención de destronar al rey taifa de Granada en 1090, el padre de Ibn Arabi, intuyendo el final de al-Mutamid también, y temeroso de caer en desgracia ante los nuevos gobernantes, decide llevarse a su hijo a hacer un “viaje de estudios” por el norte de África y Oriente. Estuvieron en diferentes ciudades de Ifriquiya donde el joven Ibn Arabi estudiaba con los maestros mas reputados de las localidades en las que se instalaban durante varios meses. En su viaje de Tunicia a el Cairo tuvieron un naufragio que los dejó sin nada. Sin embargo la suerte les llevó a conocer a un sultán de la zona que, asombrado de sus conocimientos,  les colmó de honores y les ayudó económicamente a seguir su viaje. Después de visitar el Cairo, Jerusalén y Damasco, donde continuó sus estudios, el joven Ibn al-Arabi llegó a Bagdad en 1092 donde permaneció varios años. Allí completó sus estudios con diferentes maestros, incluido al mismísimo Algazel, que había fundado una madraza un año antes. En Bagdad también conoció a otro estudiante llamado Ibn Tumart, que después sería el ideólogo y primer líder de los almohades.
Debieron volver a al-Andalus, quizás en el 1096, y se congraciarían con el nuevo poder almorávide pues en el 1098 aparecen otra vez en Bagdag encabezando una delegación del emir almorávide Ibn Tasufin a la corte del califa de Bagdad. De vuelta otra vez a Sevilla, el viaje lo hacen por Damasco, Jerusalén -justo antes de la toma de la ciudad santa por los cruzados- y por Alejandría, donde el padre falleció en el 1099.
            Cuando llega a Sevilla, Ibn Arabi ya venía precedido por su enorme reputación intelectual en Bagdad gracias a la firme fundamentación coránica que poseía y que lo habían convertido en uno de los personajes con más erudición de su tiempo.
            En Sevilla se dedica a la enseñanza del derecho y del Corán, recibiendo alumnos de todo al-Andalus. En 1134, ya con la edad de 59 años, es nombrado Cadí de Sevilla. Durante el tiempo que estuvo como máximo responsable de Sevilla consigue que se reconstruyan las murallas de la ciudad, que estaban muy deterioradas. Tuvo fama de recto y severo, especialmente con los poderosos. Estos consiguen que abandone el cargo en 1141 levantando al pueblo contra él, saqueando su casa y destruyendo su biblioteca.
            Se fue a Córdoba, donde se volvió a dedicar a la enseñanza. Después de un año allí, vuelve a Sevilla donde sigue con su labor de enseñanza. A principios de 1147 se encuentra en Sevilla cuando se producen las revueltas contra los almorávides. En esos tumultos muere su hijo. Unos meses después viaja a Marrakech, que acababa de ser conquistada por los almohades, integrando una misión de notables andalusíes ante las nuevas autoridades. A la vuelta de esa misión muere en Magila, cerca de Fez, en el verano de 1148.
            Ibn al-Arabi de Sevilla tuvo una producción enciclopédica. Se cree que es autor de 97 trabajos sobre temas relacionados con la ciencia del Corán, sobre la lengua árabe y su gramática y la literatura, aunque muchos de ellos no nos han llegado. Aunque se dedicó algo a la política, su gran vocación fue la enseñanza. Como pedagogo tuvo el gran reconocimiento de su época.
Como pedagogo criticaba el sistema de enseñanza primaria tradicional del mundo musulmán en el que se prioriza en el niño el aprendizaje del Corán de memoria. El prefiere el sistema andalusí, que es más eficiente y que incluso recomienda para Oriente, en el que los niños se preocupaban de aprender primero la lengua árabe y la poesía clásica, que les serviría para ampliar vocabulario y completar la gramática, antes que las demás ciencias y luego seguían con el estudio del Corán. Para él, la poesía, y la gramática, deben preceder al aprendizaje del Corán de memoria, pues si se hace al revés, como en oriente y el magreb, los niños se aprenden el Corán pero no entienden lo que dice.

Como método pedagógico también recomienda el estudio de las matemáticas en las primeras edades del niño, no sólo por ser una materia útil para la vida, sino como forma de ejercitar la mente. Ya en la segunda enseñanza el pedagogo sevillano desaconsejaba al estudiante dedicarse a dos ciencias a la vez, a no ser que tuviera la capacidad suficiente para ello.

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