Abu Zaid Abderrahman Ibn Jaldún al-Hadramí,
nació el 27 de mayo de 1332 en Túnez (por entonces capital de la Ifriqiyya).
Fue no de los más grandes historiadores de la Edad Media (el padre de la
historia moderna se le ha llegado a considerar, y el primer sociólogo que se
tenga noticia en la historia).
Aunque
nacido en Túnez él se consideraba andalusí, pues su familia era de origen
sevillano que a raíz de la conquista de Sevilla por Fernando III emigraron a
Ceuta, primero, y a comienzos del siglo XIV, a Túnez. Algunos miembros de su
familia habían ocupado altos cargos en la administración de al-Andalus desde el
emirato omeya.
Como miembro que era de una familia
acomodada recibió una esmerada educación propia de la tradición musulmana
(ciencias coránicas, lengua, literatura y Derecho) a lo que él añadió otras
materias como las matemáticas y la astronomía que habían sido objeto de estudio
entre sus antepasados andalusíes. De hecho uno de sus antepasados fue el
conocido astrónomo y médico sevillano Abu Muslim Ibn Jaldún (m.1057).
En 1349, cuando tenía 17 años, perdió a sus padres víctimas de
la peste negra que azotaba en aquella época Europa y la cuenca mediterránea.
Con 20 años abandona Túnez y se traslada a Fez, la capital administrativa de
los Benimerines. Allí sigue sus estudios y consigue ocupar diversos cargos en
la administración. En Fez hace amistad con Ibn al-Jatib, entonces exiliado con
el sultán granadino en la corte benimerí.
En 1362 Ibn Jaldún se instala en Granada en donde su amigo Ibn al-Jatib
se había convertido en primer ministro a la vuelta del sultán Muhammad V del
exilio. Durante varios años sirvió al sultán granadino como embajador. Estuvo
bastante tiempo en Sevilla como embajador ante Pedro I de Castilla. Gracias a
ese trabajo conoció la Sevilla de sus antepasados que en aquellos momentos no
estaba muy alejada culturalmente del al-Andalus musulmán.
Durante varios años más compaginó sus trabajos diplomáticos con
sus estudios. La política no le convencía por las intrigas y mezquindades de
los cortesanos. La muerte violenta en la cárcel de Fez de su amigo Ibn
al-Jatib, a instancias del sultán de Granada que lo había desterrado, fue el
detonante para que dejara la política por un tiempo. En esos años de retiro fue
cuando escribió algunas de sus conocidas obras como Introducción a la
Historia o la Historia Universal.
En 1382 sale de Túnez y se instala en el Cairo, donde gobernaban
los mamelucos. Allí llegó a ocupar uno de los puestos más respetados, el de
Gran Cadí o juez supremo. Pero el infortunio volvió a golpearle. Su familia
murió en un naufragio frente a Alejandría cuando venían de Túnez a reunirse con
él. Deja el cargo y decide hacer la peregrinación a la Meca. A su vuelta se
dedica a la enseñanza como profesor en la madrasa cairota de al-Azhar.
Debemos resaltar un episodio que
vivió Ibn Jaldún en un viaje que hizo a Damasco y que casi le cuesta la
vida. Durante su estancia en la capital
siria en 1401, le sorprendió el asedio a Damasco por los mongoles encabezados
por el conquistador Tamerlán. Allí llegó a entrevistarse con el gran Tamerlán y
gracias a sus grandes conocimientos de historia, que maravillaron al mongol, y a
sus dotes diplomáticas, consiguieron que saliera con vida de Damasco y volviera
a el Cairo, donde moría en 1406.
Fue autor de una extensa obra sobre
temas tan variados como derecho, historia, filosofía, aritmética y lógica, pero
de la que nos ha llegado solo una parte. Pero la obra más conocida de Ibn
Jaldún y por la que ha sido considerado como el iniciador de la historia
moderna y la sociología es la Muqaddima o “Introducción a la Historia
Universal”. Esta obra, más que una historia se podría considerar como una
enciclopedia del mundo musulmán medieval. La novedad de su planteamiento reside
en el carácter científico que Ibn Jaldún quiere darle a su “Historia”
analizando las sociedades y sus relaciones económicas y culturales con
criterios sociológicos y antropológicos.
Ibn Jaldún da una serie de pautas en
esta obra de cómo se ha de tratar la historia. Al contrario de lo que hacía
hasta entonces el historiador que se limitaba a enumerar una serie de hechos
primordiales y banales -la mayoría de veces alagadores con el poder- Ibn
Jaldún, sin embargo, intenta interpretar esos hechos teniendo en cuenta otras
variables diferentes al mismo hecho concreto y su fecha como es el contexto
económico y social en que se produce el hecho narrado.
Esta obra ha sido traducida a
multitud de idiomas y ha pasado a la historia del pensamiento humano como una
de las grandes obras universales.
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