Muhammad ben Abi ʿAmir llamado al-Manṣūr bi-llah (el Victorioso por Alá),
más conocido como Almanzor, nació en la zona de Algeciras en el 938, en Turrux,
una alquería perteneciente a la cora de al-Yazirat, junto a la desembocadura
del río Guadiaro. Y murió –se cree que en Medinaceli- en el 1002.
Era de familia acomodada que había hecho carrera administrativa en la
corte Califal. De joven se trasladó a Córdoba donde hizo sus estudios jurídicos
y de letras con la intención de seguir los pasos familiares y colocarse en la
Administración. Inició su carrera con un
modesto puesto en la Mezquita de Córdoba. De allí pasó a ser escribano del Cadí
de Córdoba. El visir del Califa se fijó
en sus cualidades y lo introdujo en la Corte califal.
Durante el califato de Alhakén II, ocupó importantes cargos
administrativos, como los de director de la ceca (967), tesorero del Califa
(968), Cadí de Sevilla y de Niebla (970), intendente del ejército del general Galib
(972) o jefe de la policía. Pero lo que más le fue acercando al poder fue su
nombramiento como intendente del joven príncipe Abaderramán, y a la muerte
prematura de éste, pasa a ser el administrador del joven heredero, Hisham. Esto último es lo que le acercó a la madre
del heredero, la vasca Subh, de la que se creía que era su amante y la que le
favoreció en su escalada al poder.
Todos estos puestos le fueron dando poder, dinero y fama. Convertido ya
en uno de los personajes más importantes del Califato, se hizo construir un
suntuoso palacio en Al-Rusafa, a una legua al Norte de la capital. Poco después
se convirtió en gran cadí de las posesiones omeyas en el Magreb, lo que le
permitió establecer estrechas relaciones con los jefes bereberes.
El fallecimiento del califa Alhakén II en 976 y la posterior disputa
dinástica le sirvió a Almanzor para auparse definitivamente al poder del
Califato a través de las intrigas y el asesinato del hermano del Califa,
pretendiente al trono. Al final, las maniobras de Almanzor y de la esposa de
Alhakan II, y madre del niño Hisam, llevaron a que se nombrara a Hisam II como califa a pesar de su corta
edad (once años). El nuevo Califa nombró
a sus protectores en los mas altos puestos, a al-Mushafi como primer ministro o
hayib, y como visir a Almanzo
Pero la ambición de Almanzor no paró ahí. Se quiso ganar la fidelidad del
ejército casándose con la hija del prestigioso general Galib. Se atrajo la
simpatía de la población aumentando la rigidez en el orden público, y la de los
alfaquíes, censurando las obras de filosofía
y astronomía juzgadas incompatibles con la ortodoxia sunní.
A través de sus manejos consiguió convertirse en primer ministro
expulsando del cargo a al-Mushafi. Consiguió desbaratar un complot contra el
joven Hisham. Desde entonces se hizo reconocer como el salvador y protector del
Califa, cuando la realidad es que Almanzor se convirtió en un usurpador del
poder del Califa al que tenía prácticamente secuestrado. Dando un paso más
consiguió del Califa que delegara sus poderes en él.
Almanzor, ya como auténtico gobernante adoptó el título de “el
victorioso” y trasladó a su residencia personal Medina Alzahira la
administración del Estado. No dudó en quitarse de enmedio, de una u otra forma,
a todos los que le podían estorbar, incluidos a su suegro Galib y a Shub, la
madre de Hisham.
El Almanzor guerrero es el que ha sido resaltado mas en la historia. Se
rodeó de una guardia personal extranjera, sobre todo bereberes, para protegerse
de su propio pueblo. Hizo la guerra en
el Magreb para controlar el oro africano y con él montó un gran ejército de
mercenarios con el que hostigó continuamente el norte cristiano en diferentes
campañas llegando a asolar ciudades como Santiago de Compostela o Barcelona.
El empeño de Almanzor de perpetuar su dictadura militar en sus hijos fue el que, a la postre, acabaría con el Califato omeya. Su hijo Abd al-Malik al Muzaffar gobernó, igual que su padre, por “delegación” del Califa Hisham. A la muerte de Abd al-Malik, le sucedió su hermano Abderramán, conocido por Sanchuelo, por ser nieto del rey de Navarra Sancho Garcés II. La rivalidad entre bereberes, eslavos y andalusíes desembocó en la fitna o guerra civil y en la instauración posterior de los reinos de taifas.
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