Abu´l
Marwán Hayyán Ibn Jalaf Ibn Hayyan al Qurtubí nació en la capital del
califato omeya en el 987, y murió en la misma ciudad cordobesa en el 1076. Ha
sido considerado como el abanderado de la historia de al-Andalus por ser el
autor de dos destacadas obras históricas al-Matin
y al-Muqtabis.
Fue un alto funcionario del régimen
amirí, la dinastía que inició Almanzor, usurpando la legitimidad Omeya de Hixam
II. No está claro si su familia es de origen muladí (cristianos convertidos al
Islam) o de libertos (esclavos al servicio de la corte que recuperan su
libertad). Lo que si se sabe es que su padre, Jalaf, llegó a ser secretario de
la compleja administración de Almanzor, por lo que el joven Abu`l Marwán se
crió en la corte cordobesa.
Fue testigo de la caida del Califato Omeya, de
la fitna' o guerra civil, y de la instauración de los reinos de taifas.
Contemporáneo de Ibn Hazm, al igual que él, se destaca como defensor a ultranza
de la dinastía Omeya, criticando su caída y la consiguiente ruptura del
centralismo andalusí.
Precisamente sería la gran revuelta
de los mercenarios bereberes que Almanzor había incorporado a sus ejércitos, lo
que impactaría de tal manera en el joven Ibn Hayyán, que le llevó a ser el
cronista de aquella calamidad. El mismo lo certifica al escribir: “su
terror, superando toda moderación, alteró mi raciocinio hasta el punto de
obsesionarme en un empeño de llevar el registro estricto de lo sucedido...”.
Después de la caída del
Califato, contó con la protección de los Banu Yahwar, que habían instaurado en
Córdoba una forma de gobierno seudorepublicana desde que en 1031, ante el vacío
de poder que se produjo en la capital, un consejo de notables de la ciudad
decidió dar el poder al jeque más prominente, Abú'l Hazm Yahwar bin Muhammad,
que gobernó hasta su muerte en 1049, con un consejo de Estado que tomaba las
grandes decisiones colectivamente.
Fue su hijo y sucesor Abu l-Walid,
que gobernó Córdoba otros 21 años al mismo estilo que su padre, el que lo
contrató con un buen sueldo, sabedor de la importancia de contar con un
cronista de prestigio como Ibn Hayyan,
para que alabara la actuación del gobierno en sus crónicas. Pero su
sucesor e hijo Abd al-Malik, un tirano ambicioso desmerecedor de su padre y
abuelo, dejó de proteger al historiador y a despreciarlo. Ibn Hayyán, lejos de
amedrentarse a sus 80 años, siguió con su labor de cronista de su tiempo, pero
arremetiendo contra los abusos y malas prácticas del gobernante cordobés.
Temeroso de que se perdiera su obra
a manos del tirano cordobés, Ibn Hayyán se vincula con el soberano de la taifa toledana
al-Ma`mun ibn Di l'Nun. Ya en los últimos años de su vida accede al mecenazgo
del rey sevillano al-Mutamid que había anexionado Córdoba a la taifa de
Sevilla.
Así como otros historiadores
andalusíes destacaban también en otros tipos de géneros, en el caso de
Ibn Hayyan solo se dedicaba a la historiografía. Dos obras suyas: el
Matin y el Muqtabis fi ta'nj riyal al-Ándalus han sido pieza
fundamental en la construcción de la historiografía oficial posterior. El
Muqtabis, cuya traducción es: “el que
toma la candela de otro, acerca de la historia de los hombres de al-Andalus”
no es otra cosa que una recopilación en la que Ibn Hayyan toma prestado pasajes
de otros autores que le precedieron, especialmente de Ahmad Razi (el
castellanizado como moro Rasis) y su hijo Isà. Él copiaba las partes que le
interesaban, rechazando otras, y proponiendo, ocasionalmente, distintas
versiones sobre un mismo acontecimiento. El tratamiento que hace de la historia
le ha merecido la consideración de “historiador moderno”.
El Muqtabis es una titánica labor de
recopilación en 10 volúmenes, pero que desgraciadamente solo nos ha llegado
íntegra una parte. A pesar del tratamiento moderno que hace de los
acontecimientos y personajes, Ibn Hayyan no deja de ser un historiador
cortesano al servicio del poder que, lógicamente, plasma un visión de la
historia favorable a ese poder.
El Matin (“lo sólido”) tiene una conformación diferente. Más que historia es crónica
de una convulsa actualidad que él vive, donde prima el juicio personal y, por
lo tanto, la subjetividad marcada por su
postura en favor de la legitimidad Omeya. Desgraciadamente no nos ha llegado
nada de esta obra que algunos creen que contaba con 50 volúmnes, aunque
distintos compiladores posteriores han recogido pasajes de ella bastante
largos.
Nuestro personaje murió en su ciudad natal, Córdoba, en
el 1076, y fue enterrado en el cementerio del Arrabal.
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